14 ene 2018

LA FORMA DEL AGUA (The Shape of Water, 2017): Una reflexión personal



La película de Guillermo del Toro recién estrenada merece un comentario. Como todo trabajo basado en el arte se trata de una experiencia subjetiva; es decir: depende del sujeto, de eso que una persona sea capaz de percibir, de acuerdo con sensibilidad, pensamiento y sobre todo, de su cultura (definida en principio y sin animar a debate, como una consecuencia de todas las experiencias leídas o vividas). Por tanto podría gustarle unos y no gustarle a otros. Están en su derecho. Esta reflexión es personal. No es una interpretación única, ni definitiva. Aclaro: No soy crítico ni experto en cine. Simplemente gusto de ese arte, como muchos,

Ambientada en los años 50s-60s de EEUU, el autor y director Guillermo del Toro,  afirma que es parte de sus propios momentos de introspección, aunque la historia resulta curiosamente actual.

En el arte escénico hay tres protagonistas fundamentales: El actor, el productor y el director. Dicen los saben que en la televisión, el productor es quien lleva la batuta; en el teatro, el actor; y en el cine, el director. En el cine cuando se presenta una historia que suele parecer a primera vista “extraña, rara”, la pregunta obligada es: ¿Qué me quiere decir el director con esta película?

A diferencia del estadounidense, el cine europeo intenta que el espectador razone y saque sus propias conclusiones. La historia no está “digerida” por el director; el espectador es quien tiene que asumir la responsabilidad de interpretarla. Por eso en ocasiones películas con este estilo, no siempre son del agrado para todos y pudieran no comprenderse a primera vista. Se vuelve necesario meditarlo, repensarlo. Ahí es donde la pregunta sugerida quizá resulte útil y así iniciar el reto. La película de Guillermo del Toro camina en ese sentido.


El título: La forma del agua
Aunque en la filosofía del antiguo oriente ya hablaba de ellos, los griegos afirmaban que la naturaleza estaba formada por cuatro elementos: El Agua, el Fuego, la Tierra y el Aire. Dichas cualidades fueron retomadas por la tradición, con características místicas cuyos significados eran: El sentimiento (Agua), el pensamiento (Aire), la percepción (Tierra), la intuición-arrojo (Fuego). Esta interpretación se extendió por todo el planeta y aparece en varias de las culturas del mundo (entre ellas la mexica y la maya por ejemplo). Esta concepción dio lugar a una serie de implicaciones poéticas, psicológicas o filosóficas, según se quiera ver.

El nombre del filme, no es casual. Al inicio de la historia el narrador lanza una pregunta: “¿Qué nos puede decir el agua?”  O sea, de qué podría hablarnos el agua. En ese medio nació la vida hace miles de años, nos recuerda. El Agua representa al sentimiento, las emociones (el amor, el odio, celos, etc.). Rápidamente el director ubica como idea fundamental al sentimiento, la base de una red que se entreteje y se conecta con las historias de los personajes. Casi toda la película recrea un ambiente donde el agua está presente por todos lados (lluvia en ventanas, en calles, mar, estanques, el baño usado como piscina, la ebullición del agua y huevo, etc.). Los sentimientos y emociones de dichos personajes, son el ambiente que colorea toda la trama.


El racismo
No pasa desapercibido el paralelismo de la historia con los sucesos ocurridos en esa época en EEUU. El desprecio hacia los afroamericanos y las clases menos favorecidas. Sin derechos. Obligados a soportar la ignominia, la marginación. Los hechos son evidentes en varias de las escenas. Del Toro muestra en varias de las partes del filme, algunas pantallas de televisión, con musicales y noticias de esa época. Una sociedad claramente dividida en blancos y negros. Privilegiados y no privilegiados.

La criatura representa al personaje abusado, maltratado, sin ningún derecho. El instrumento que usan para someterlo, es una macana eléctrica; la misma que se usaba para contener a los afroamericanos cuando se atrevían a protestar, en esos días de la sociedad norteamericana. No deja de llamar la atención que la historia se asemeja mucho a los sucesos que ocurren hoy en EEUU y casi por las mismas razones. Quizá ahora no sólo contra afroamericanos, sino también en contra de latinoamericanos y extranjeros.


El inconsciente
Se dice que los sueños son el mundo del inconsciente. No se sabe qué tiene Guillermo del Toro en su inconsciente, de donde quizá y sólo quizá, brotó una historia de fantasía como esta. Pudiéramos coincidir en que hay modelos, arquetipos o patrones, que han recorrido la mente de los seres humanos. Varios de dichos arquetipos se utilizan en psicología como alegorías y representaciones de la Psique. Como si los seres humanos tuvieran un núcleo de origen de pesadillas y fantasías, que se han coleccionado a lo largo de la historia. Aparecen en cuentos, relatos, mitos, etc. Carl Jung definió a esta característica como el inconsciente colectivo. Quizá ahí se encuentran los miedos de la raza humana, pero también es posible se encuentren las armas para superarlos. 


Eliza Esposito
Una chica dedicada a la limpieza del laboratorio donde se guarda a la criatura, Eliza es una mujer sencilla, sola, muda, sin aparente oficio ni beneficio. Como suele ocurrir con las personas que carecen de algunos los sentidos clásicos, ella desarrolló más otro: la sensibilidad y la capacidad de empatía. Fácilmente entra en contacto con el anfibio. Se conecta con él mediante los sentimientos y emociones que les provoca verse, tocarse, disfrutar de la música. Gracias a la criatura, ella se da cuenta por primera vez, que alguien la ve como una mujer completa. El lenguaje de señas les permite conversar, comunicarse, conocerse uno al otro. Sus espíritus son los que se tocan, sin siquiera pronunciar una palabra. Ninguno puede hacerlo. Ni hace falta. Todo es transmitido con sensaciones que van más allá del sólo contacto físico.


El monstruo
Parte central del filme, este personaje resulta amenazante para los militares y científicos, simplemente porque no lo conocen y en consecuencia creen que es peligroso. Reacción muy común hoy dentro y fuera de varios países. Se rechaza aquello que no se entiende o que tal vez, no se desea entender.

Pronto es evidente que “el monstruo” tiene una mayor sensibilidad que muchos de sus vigilantes, especialmente del policía encargado de custodia. Hombre despiadado, sin escrúpulos, de apellido Strickland (“Tierra del Golpe”), que gusta de mascar caramelos de forma tal que parece que está haciendo crujir los huesos de sus víctimas. Este personaje se ve a sí mismo como un hombre  “decente” y “cumplido”. Debido a su egoísmo, es incapaz incluso de compartir un sentimiento íntimo con su propia esposa, a quien para satisfacerse sexualmente, le cubre la boca con su mano y la obliga a no emitir exclamación alguna durante el acto, con el único fin de experimentar una sensación de sometimiento.

El narrador al principio del filme dice: “Les contaré acerca de ella y del monstruo que trató de destruir todo”. Al final la pregunta brota casi de forma natural:   ¿Quién es el monstruo?


A manera de conclusión

El trabajo de Guillermo del Toro es sin duda una película necesaria en esta época. No se trata sólo de una de una película romántica. No sólo es una película de ficción. No sólo es un drama.  Es una película que recuerda las debilidades de los seres humanos, pero también que presenta sus fortalezas. Como algunas otras, es una película que da paso a la esperanza, la imaginación, la poesía. Coloca en primer término a la esencia de la naturaleza humana, a la belleza, a los valores universales, a la razón de ser la vida. Invita al espectador a hacerse las preguntas fundamentales.


 Víctor Barrera, 2018








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