20 dic 2012

El Solsticio de invierno y la Navidad




Los Saturnales eran una serie de festividades que se llevaban a cabo en honor a Saturno, Dios Romano, que conmemoraban la finalización de las siembras y trabajos realizados en el campo. Era una época de descanso y tiempo de celebración, en honor al dios protector de sembrados y garante de cosechas. También era un momento para que los esclavos fueran eximidos de sus obligaciones cotidianas. Se celebraba alrededor del 22 de diciembre, el solsticio de invierno, y eran inicialmente entre el 17 y 23 de diciembre.  7 días de ruidosas celebraciones en la colina del capitolio, en el área considerada sagrada de Roma.

En esa fecha corresponde con nacimiento de nuevo sol (Sol Invictus) ya que ese día, el solsticio de invierno, corresponde astronómicamente con la noche más larga y el incremento de la duración del día, en contraste con el solsticio de verano, cuando ocurre exactamente lo contrario. Por esa razón simbólicamente representa el inicio de una nueva fase para el Sol, en una especie de diástole astronómica donde la expansión de la luz cae sobre el planeta: los días comienzan a tener mayor duración; en contraposición con el solsticio de verano, a partir de cual la luz comienza a disminuir, los días se hacen cada vez más cortos y la noche más larga. Ésta alegoría se conceptualiza en el llamado Mito Solar.


El árbol de navidad representa igualmente el nacimiento del Sol y por lo tanto de la fertilidad. Tiene una fuerte influencia de la mitología nórdica, que pasa por Alemania y de ahí al resto de Europa. Representa el árbol perene: el árbol de la vida.

Así pues la celebración del solsticio de invierno está presente en muchas de las culturas del planeta y en algunos casos como el de la cultura cristiana, se encuentra íntimamente asociada a la Navidad (el nacimiento). La figura y obra de Jesús está relacionado por lo que representa, con la tradición del Mito Solar; y durante algún tiempo se le unió con la llegada del solsticio de invierno, hasta que uno de los Papas de la Iglesia Católica, la ajustó para que la navidad fuese celebrada el 25 de diciembre.

Las dos grandes celebraciones de la Iglesia Católica tienen su origen en dos grandes celebraciones astronómicas: una solar y otra lunar; la primera alrededor del 22 de diciembre, en función del movimiento del Sol (solar) y la segunda, la Semana Santa, que se lleva a cabo de acuerdo con la posición de la luna (lunar), pues se celebra la semana siguiente (domingo a sábado) que incluya la primera luna llena, después del equinoccio de primavera; por esa razón dicha semana cambia de fecha, de acuerdo con el movimiento de la luna.  

La fuerza de esta celebración es tan grande que varias culturas tomaron esta tradición, y hoy se celebra en muchas regiones del planeta, independientemente de si tiene o no, una connotación religiosa.  El final de un ciclo e inicio de otro marca un hito que no pasa desapercibido.