La “Malinche”, es un personaje
que no se sabe realmente cuál era su nombre. Nació en Oluta, en la zona de
Veracruz, un pueblo subordinado por los mexicas a quienes pagaban tributo. Hablaba
su idioma local derivado de la antigua lengua olmeca en la zona de Veracruz
donde vivía, posiblemente Yokot t’an
Fue una noble de Painalá, hija de
un cacique local que tras su muerte fue vendida como esclava por su madre,
entre los 8- 10 años, para asegurar la sucesión al trono de su hijo varón cuando se casó otro cacique local. Debido a los diferentes lugares donde vivió,
dominó el maya chontal, maya yucateco, el náhuatl de sus opresores y tiempo después aprendería castellano, a
la llegada de los españoles. Junto con otras 20 mujeres, fue ofrecida a Cortés
como esclava y concubina; parte de un pacto de rendición del cacique maya
Tabscoop en la zona del Grijalba. Fueron todas ellas bautizadas. A ella se le
nombró como “Marina” y fue asignada a Alonso Hernández Portocarrero; sin embargo, en el
idioma náhuatl de los mexicas, el sonido de la “R” era desconocido; así que
tradujeron su nombre de Marina a Malina
Tiempo después, adquirió notoriedad en San Juan
de Uluoa, cuando Cortés se encontró con una comitiva que venía de parte de
Motecuhzoma, quien gobernaba Meshico Tenochtitlan en ese tiempo. Dicha comitiva obviamente hablaba náhuatl. Su intérprete Jerónimo de Aguilar
(náufrago que había vivido en Yucatán desde 8 años antes), sólo hablaba maya pero no
náhuatl. Ahí Marina participa por vez primera como intérprete. Traduce el
náhuatl de la comitiva, a maya para Jerónimo de Aguilar y éste a su vez,
traducía al castellano para Cortés
Más tarde debido a la importancia
de su labor como traductora y ya con nociones del castellano en su haber, se
le llamó “Doña Marina”. Los mexicas que comprendieron el cambio de nivel que
significaba ahora su nombre, agregaron el sufijo Tzin (la forma reverencial
en náhuatl) y cambiaron su nombre de Malina a Malinantzin
Debido a que Malinantzin acompañaba siempre a Cortés, Motecuhzoma empezó a dirigirse hacia Cortes el término
de Malintzin-e, que significa “el que acompaña Malinantzin o el que es dueño
de Malinantzin”. Los soldados que no podían pronunciar ese nombre, deformaron la palabra y pronunciaban “Malinchee”; es decir, ese nombre fue el que se le adjudicó a Cortés y no, a Doña Marina
Hay que recordar aquella famosa
frase que Cuauhtémoc le dijo a Cortés, cuando fue hecho prisionero: “Señor
Malinche: ya he hecho lo que soy obligado en defensa de mi ciudad y vasallos, y
no puedo más; y pues vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma ese
puñal que tienes en la cinta y sacrifícame luego con él”
Doña Marina adquirió un nivel social que nunca imaginó y sirvió más como intérprete, que como traductora. Incluso es muy probable que haya sido más una consejera de Cortes, con quien se casó y tuvo un hijo, Martín Cortés. Vivió una gran casa en Coyoacan, con todos los lujos y con servidumbre
Fue en la época de Porfirio Díaz cuando su nombre fue denostado y adquirió esa connotación de ser cómplice de los españoles. Una mujer astuta y con gran habilidad para los idiomas (hablaba 5 de ellos) que sin duda supo aprovechar. Hoy más que nunca, es tiempo de reivindicar el nombre de esta mujer, que algunos historiadores denominan como de Las mujeres fundadoras de México.
Se puede afirmar entonces que la mal llamada “Malinche”, Doña Marina, no fue ni traidora, ni heroína; simplemente sobreviviente de su tiempos