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La imagen de la guadalupana es un hoy un símbolo cuyo origen da lugar a diversas interpretaciones; algunas basadas en estudios históricos, otros en leyendas.
Una precisión importante antes que nada: En la cosmogonía prehispánica no existía el concepto de “Dios”; esa fue una interpretación que los españoles hicieron en razón de sus creencias y suponiendo que era similar con las culturas prehispánicas.
La palabra náhuatl Teotl, significa “esencia, principio, representación, movimiento”, eso que “siempre ha existido”. Por razones prácticas y de costumbre se usa la palabra “dioses, diosa, Dios”, pero es importante saber la diferencia con respecto a la cultura prehispánica
Existen diversas versiones acerca del origen de la palabra Guadalupe. Una asegura proviene del árabe, que se pronuncia Wad al luben, que significa “río escondido” o; otra que se trata de una mezcla de árabe Wad-al y del latín, lupus, lobos; es decir “río de lobos”. Esta versión proviene del hecho que en 1326 en España, se encontró a las orillas del río Guadalupe, una imagen tallada en madera y que se venera desde principios del siglo XVI en su santuario cerca de Cáceres en la región de Extremadura. Se le conocía como Santa María Guadalupe de Cáceres. Años más tarde en 1528, los evangelizadores colocaron una virgen exactamente igual a esa en el cerro del Tepeyac, pues según Miguel León Portilla, quisieron aprovechar los cimientos ideológicos ya existentes y contrarrestar la adoración a Tonatzin.
Existe una versión más que dice que la palabra Guadalupe proviene del náhuatl Coatlaxopeuh: de Coatl, serpiente; tla, la; xopeauh, aplastar; es decir, “La que aplastó la serpiente". Ésta última mucho más apegada al simbolismo prehispánico, pues se refiere al hecho mitológico donde la polaridad femenina, la virgen, es capaz de someter a la materia, la tierra, y allanar el camino hacia la sublimación espiritual: La transformación de la serpiente, rastrera, terrenal, al águila alada, celestial y trascendental (Quetzaltcoalt, "La serpiente preciosa")
La virgen del Tepeyac representa una mezcla de las tradiciones prehispánicas y la religión española (fig 1)
La palabra Tepeyac es de origen náhuatl y significa "en la nariz del cerro" o "en la prolongación del cerro". Se compone de los elementos "tepe-tl" (cerro), "yaca-tl" (nariz, punta) y el sufijo locativo "-c". Tepeyac era el nombre de un santuario y asentamiento cerca del lago de Texcoco, ubicado en la Sierra de Guadalupe. Alrededor del solsticio de invierno, en ese lugar los mexicas veneraban a Tonantzin, la representación mexica de la tierra, el maíz y la fertilidad. Es importante recordar que el 12 de diciembre del entonces calendario juliano, correspondería al 22 de diciembre del actual calendario gregoriano, que coincide precisamente al solsticio de invierno
Desde antes de la llegada de los europeos, los antiguos mexicanos contaban con una serie de representaciones de la naturaleza; entre ellas estaba, Tlalli Tonantzin Coatlicue, “nuestra venerable madre tierra falda de serpientes”. Los antiguos mexicanos la llamaban así porque, las montañas que cubrían el territorio se asemejaban a una serpiente que subía y bajaba, conformando el paisaje montañoso característico de las sierras. De ahí que se pensara que era una mujer, una madre, cuya falda estaba hecha de serpientes, de montañas (fig. 2)
En el manto de la imagen actual de la virgen de Guadalupe, puede observarse una flor de cuatro pétalos, el Nahui Ollin; símbolo muy importante de la cosmovisión prehispánica, que representa la esencia del universo, “el cuatro movimiento”. Un concepto que va más allá de una simple traducción, pues está relacionado con los cuatro rumbos del universo y el movimiento que para los antiguos mexicanos, era sinónimo de vida (fig. 4)
En los pueblos mesoamericanos existía una visión dual del universo; baste recordar el símbolo náhuatl de Ometeolt, el inmanifestado, el señor de la dualidad (Ome, dos; teotl, energía o esencia, 1+1), que se dividía en Ometecuhtli y Ometeciuatl, señor y señora de la dualidad, respectivamente. Así Tonatzin, la tierra, era la versión femenina del universo, en contraposición del Sol, Tonatiuh, versión masculina de universo. Tonatzin, también representaba a Cihuacóatl, la Mujer Serpiente, diosa de la tierra que regía el parto y la muerte al dar a luz; y de Coatlicue, la de "la falda de serpientes", madre de los dioses del panteón azteca, diosa de la tierra asociada a la primavera. Años después como parte de la evangelización, se mezclaron dichas tradiciones, y a la fecha a la virgen del Tepeyac en algunas tribus de México le siguen llamando Tonatzin Guadalupe.
Era para los mexicas el símbolo lunar (la tierra, la materia, la fertilidad); de ahí que al pie de la figura esté una imagen de una Luna en su fase creciente y el pelo largo, símbolo de virginidad. Al representar la visión opuesta, se muestra de espaldas al Sol (el cielo, el espíritu), de quien sólo se observan sus rayos resplandecientes. Además la imagen se presenta en su estado de “virgen”, o sea, embarazada; razón por la cual al manto se observa ligeramente ondulado en su caída.
Independientemente de su origen y la manera como llegó a nuestros días, la virgen de Guadalupe representa para una gran mayoría de los mexicanos, la madre universal. La fe y el respeto que se le profesa por creyentes o no creyentes, es evidente. Incluso en su momento el Presidente Benito Juárez, declaró el 12 de diciembre como fiesta nacional; y ya no se diga del símbolo patriótico que hizo de la virgen guadalupana, el cura Miguel Hidalgo, cuando tomó el famoso estandarte del pueblo de Atotonilco (cerca de San Miguel de Allende); o la imagen inspirada en el movimiento del EZLN de hace unos años (fig. 3)
La Guadalupana: Tlalli Tonantzin Coatlicue Guadalupe, Una muestra del sincretismo de un pasado, que ha acompañado desde siempre la historia del México de hoy
Fig. 1. Representación tradicional de la Virgen de Guadalupe
Fig. 2 Coatlicue, “La de la falda de serpientes”.
Museo Nacional de Antropología
Fig. 3. Representación de la Virgen de Guadalupe del EZLN
Fig 4. Símbolo del
Nahui Ollin,
en el manto de la virgen de Guadalupe
REFERENCIAS
León Portilla, M. (2000). Tonantzin Guadalupe. Fondo de Cultura Económica. México
Gómez Carro, C. (2001). Huitzilopochtli y Guadalupe: La simétrica reinvención del mito. Revista Tiempo Laberinto. Universidad Autónoma Metropolitana. México. Núm 30. Págs. 2-15.
Van Wobeser, G. (2013). Mitos y realidades sobre el origen y culto a la virgen de Guadalupe. Revista Grafía. UNAM. Vol 10 No 1. Enero-Junio. Págs. 148-160.
Guadarrama, S. (. ) El enigma de los dioses del México antiguo.
Anexo
Reyes, J.P. (2019) La Guadalupana.Excelsior. México. Diciembre 12, 2019
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