El Día de Muertos es una celebración muy arraigada en la cultura
mexicana. Sus orígenes se remontan a la época prehispánica. Algunos autores
mencionan su origen hace 3000 años. Representa una de las fiestas más importantes
en la tradición mexicana. Aunque este festejo se ha incorporado a la tradición
católica, parte del sincretismo evangelizador, estrictamente carece de una
connotación religiosa. Su festejo depende de la región de México donde se
presente y de la cultura prehispánica predominante. En Yucatán pr ejemplo se celebra Hanal Pixán ("Alimento de las almas").
Es importante aclarar que en la cosmogonía prehispánica NO existía el concepto de “Dios” o “Divinidades”.
Ese nombre se acuñó como parte de la influencia y desconocimiento por parte de
los españoles, que supusieron que al igual que ellos, los antiguos mexicanos “adoraban
a sus dioses”. Se trata más bien de representaciones
de la naturaleza o símbolos, que las culturas prehispánicas usaban para
honrar los fenómenos naturales y agradecer así los beneficios recibidos.
Aunque se usa el término “dios o dioses” en este documento, es sólo una forma
de abreviar y con el único fin de ser explícito.
I. ORIGEN
El culto a los muertos
es una tradición que viene desde antes de la llegada de los españoles.De acuerdo con la mitología náhuatl, las
personas al morir emprendían un largo viaje al Mictlán, la región de los muertos. Presidían el lugarMictlantecuhtli
(Señor del inframundo, Señor de las sombras) y Mictecacihuatl (Dama de la muerte). Para llegar
a Mictlán, los difuntos estaban
obligados a recorrer un largo y penoso viaje por el camino de los muertos. Una
vez terminado ese trayecto, los señores del Mictlán
le permitían a su alma (teoyoli) quedarse
y tomar el merecido descanso eterno.
El viaje a Mictlán estaba dividido en nueve regiones
o niveles con una serie de pruebas que el difunto tendría que superar, si
quería ser admitido en la región de los muertos. Dichas pruebas dependían de
las virtudes y defectos que hubiese tenido durante su vida. Un viaje que duraba
cuatro años.
Primer
nivel: Chiconahuapan o Iztcuintlán, “Nueve
ríos” o “Tierra de perros”
El difunto tenía que
cruzar un peligroso y caudaloso río (Apanoayan).
Para dicha aventura era auxiliado por un perro de color parduzco (Xolot-Izcuintli), que era
enterrado junto con el recién fallecido.
Segundo
nivel: Tepecli Monamictlán, “El lugar donde
los cerros se juntan”
En el segundo sitio, el
difunto debía cruzar en medio de dos montes que chocaban entre sí, Para engañar a esos montes utilizaba figuras
de papel que había sido colocado en la ofrenda (papel picado).
Tercer
nivel: Iztepetl, “Cerro
de pedernales”
En el tercer sitio, el
recién fallecido tenía que cruzar por un cerro cubierto de filosos pedernales.
Como era enterrado desnudo, debía protegerse con las mantas puestas en la
ofrenda.
Cuarto
nivel: Itzheyacan, “Lugar
del viento de obsidiana”
Este lugar era un sitio
gélido (Cehuecayan) con ocho cerros que
siempre estaban cubiertos de nieve. Un sitio desolado de hielo y piedra abrupta. Para
sobrellevarlo el difunto se abrigaba con la ropa que se colocaba en la ofrenda.
Quinto
nivel: Paniecatayocan, “El lugar donde la
gente vuela y se voltea como banderas”
En este sitio, el
difunto debía cruzar ocho terrenos desolados, donde el viento parecía cortar
con navajas de obsidiana.
Los muertos perdían el equilibrio y los vientos los arrastraban.
Sexto
nivel: Timiminaloayan,
“El lugar donde la gente es flechada”
En este lugar manos invisibles lanzaban flechas puntiagudas sobre los cadáveres que éstos debían esquivar si querían continuar su camino.
Séptimo
nivel: Teocoyohuehualoyan,
El sexto sitio, debía
enfrentarse con un jaguar que devoraba el corazón de los hombres. El viajero
entregaba al jaguar una esfera de jade, para evitar que la fiera devorase su
corazón
En este lugar había un
espeso lago de agua negra (Apanhuiayo)
donde habitaba elgran lagarto, Xochitonal (Flor del espíritu). El
viajero era auxiliado por el perro para burlar a lagarto. El muerto terminaba
de desencarnar y su Tonalli (alma), se liberaba completamente
del cuerpo.
Noveno
nivel: Chicunamictlan,
“El lugar de las nueve aguas”
En este sitio, el
difunto debía atravesar Chiconahupan
(las nueve aguas) auxiliado nuevamente por el Xolót-Izcuintli.
El viaje al Mictlan era para los hombres comunes (Macehualli). Para los guerreros muertos
en batalla, el viaje era directo al Tonatiuhichan
(la casa del Sol). Las mujeres muertas durante el parto, cihuateteo (mujeres divinas),eran llevadas al Cincalco (la
casa del maíz). Los ahogados al Tlalocan
(lugar de Tlaloc).
Fig.
1a. Viaje al Mictlán
Fig. 1b. Viaje al Mictlán
|
Fig. 2 Los
señores del inframundo
Fig.
3. Mictlantecuhtli (Señor del
inframundo)
Fig
4. Mictecacihuatl (Dama de la muerte)
Video 1. Viaje a Mictlán
II. EL
DÍA DE MUERTOS EN LA CULTURA PREHISPÁNICA
Un día de muertos como
tal NO existía en la tradición prehispánica. Esta celebración es producto del
sincretismo religioso y prehispánico. En la cultura mexica había una
celebración de muertos, pero comprendía dos de las veintenas (meses mexicas)
del calendario mexica:
La
veintena 9: Tlaxochimaco
-De mediados de agosto
e inicios de septiembre aproximadamente-
Significa “obsequio
flores”, “ofrenda de las flores”, “se dan flores”; Miccaílhuitl,
“fiesta de los muertos”; Miccailhuitontli, “pequeña fiesta de los
muertos”, celebración de los infantes difuntos.. Deidades
asociadas a los ritos: Tezcatlipoca,
Huitzilopochtli, Mictlantecuhtli (Arqueología Mexicana, 2015). Esta
veintena estaba relacionada con eso “que hace florecer”, El signo de este mes
era un cadáver amortajado.
Se llevaba a la ciudad
un tronco grueso al que se llamaba xócotl,
“fruto”. Era recibido por las mujeres de los soberanos y una mujer que
personificaba a Toci-Teteo-innan, y
se colocaba en el Templo Mayor. Para concluir la fiesta se ofrecían flores a
los muertos y se les ofrendaban alimentos. Otros ritos incluían el ofrecimiento
de flores en honor de Tezcatlipoca,
así como a Mictlantecuhtli. Era el
signo de esta veintena era “bulto de difunto” o gran cadáver, representado por
el voluminoso árbol seco cortado, como para indicar que con ese tronco inerte
se simbolizaba a la muerte (Ituriel Moctezuma, 2019).
La
veintena 10: Xocohueztli
- De inicio a finales
de septiembre aproximadamente-
Significa “El fruto
cae”, “el ocote verde cae”; huey
miccaílhuitl, hueimiccaílhuitl,
“gran fiesta de los muertos”, Deidades asociadas a los ritos Xiuhtecuhtli-Otontecuhtli, Yacatecuhtli,
Mictlantecuhtli.
Los nombres dados a
esta veintena indican los ritos principales que se celebraban en ella. Xócotl huetzi puede hacer referencia al xócotl, el tronco que había sido
colocado en el Templo Mayor en la veintena anterior, y que era derribado en
ésta; también puede aludir a una imagen de pasta que se colocaba en lo alto de
un palo y que se precipitaba al suelo, El día decimoctavo de esta veintena, se
tumbaba el xócotl y al día siguiente
se le colocaba sobre un tronco adornado con papeles. Se ponían varias cuerdas y
en la cima se colocaba una imagen de tzoalli
(masa de semillas de amaranto y miel de maguey que se utilizaba para elaborar
imágenes de las divinidades).
En
el vigésimo día se sacrificaba a cautivos que representaban a los mimixcoa (divinidades lunares) a quienes
se les arrojaba a una hoguera (Vela, 2017).
A mediodía, jóvenes y
adultos de ambos sexos danzaban y en cierto momento todos los jóvenes se
dirigían al tronco y trataban de subir a él por las cuerdas. El primero que
lograba llegaba arriba, arrojaba la imagen de tzoalli al piso y la gente que estaba abajo se disputaba los
trozos. Después el árbol era derribado. Esta fiesta está claramente relacionada
con la llamada “Danza del volador” que aún se celebra en varias comunidades
indígenas (Vela, 2017).
Fig
5. Folio 28 Códice Borbónico
La ofrenda original era una gigantesca. Dispuesta sobre el piso en forma redondeada. Se llamaba Mictlanmanalli y era dedicada al rumbo norte: el Mictlampa, el lugar del descanso de los
muertos, “donde abundan los senderos”. En el centro se colocaba un pequeño
muñeco atado en una especie de nicho y el arreglo se adornada con flores y
pequeñas antorchas. Del lado izquierdo de la ofrenda se colocaba una escultura
o imagen de Mictlantecutli y del lado
derecho, una de Mictecacihuatl; parte
de la concepción dual de universo mexica. Dichas esculturas o figuras,
simbolizaban respectivamente, los
defectos y los gustos del difunto. La ofrenda de muertos duraba 40 días (las dos
veintenas mencionadas). En el último día de la segunda veintena (Xocohueztli) se incineraba toda la
ofrenda, como una forma de simbolizar que el fuego al consumirla, provocaba la
pérdida de su tonalli, su calor, su
esencia. Proceso que tiene un significado más profundo, dado que el siguiente
año había que elaborarla nuevamente (Kokakoatl, A, 2024).
Fig
6. Versión prehispánica original de la ofrenda a los muertos
Una celebración que aún
se conserva en algunos lugares de México, consiste en una decoración sobre un
petate más que un altar, ya que un altar fue producto de la evangelización
católica, pero que conserva parte de la tradición prehispánica del culto a los
muertos. En esta ofrenda sobre el petate, se muestran los cuatro rumbos del
universo mexica. Cada uno de dichos rumbos está adornado con las figuras y tipo
de maíz correspondiente, de acuerdo con los cuatro representantes: Oriente, Quetzalcóatl, maíz amarillo; Sur, Xipe-Totec, maíz rojo; Sur, Huizilopochtli, maíz blanco; y Norte, Tezcatlipoca, maíz negro.
Fig
7. Ofrenda del Día de muertos sobre petate
III. EL
XOLÓT-IZCUINTLI
La palabra Xolót-Itzcuintli proviene de náhuatl, Xólot, “monstruo, desagradable”, y Izcuintli, “perro”; es decir el “perro
monstruo”. A pesar de su fealdad, los antiguos mexicanos tenían un gran respeto
por él; especialmente por aquellos de color parduzco. Se decía que acompañaban
y auxiliaban al difunto por su viaje hacia el Mictlan.
Este animal con más de
7000 años de antigüedad, estuvo a punto de extinguirse debido a la exterminación
ordenada por los españoles; sabían del culto que le tenían las culturas
prehispánicas, además de que resultó un buen alimento para sus tropas. Sin
embargo, algunos sobrevivieron hasta nuestros días, gracias a que se resguardaron
en las sierras de Oaxaca y Guerrero.
Se trata de un animal
de aspecto no muy agradable, con la lengua de
fuera, sin algunos dientes y sin pelo. Nada atractivo si se le compara con
otros canes. Hermano gemelo de Quetzacoátl,
el nombre de este perro lleva implícito el de Xólot-Quetzcacóatl. De acuerdo con la mitología mexica, era dios
capaz de descender a los infiernos. Era el Dios
de la transformación, de la dualidad,
de la oscuridad nocturna, de lo desconocido, de la muerte. El compañero ideal para guiar y proteger al difunto por un
viaje hacia el inframundo.
Actualmente la raza xolot-izcuintle, es un perro muy apreciado
con costos que llegan a costar los $20,000 mx (aprox. 1000 usd). Los hay de
tres tamaños: pequeño, mediano y grande.
Existe una curiosa
similitud entre la cultura mexica y la egipcia. En Ambas existía una tradición
de culto a la muerte. Para los egipcios, quien llevaba los difuntos al
inframundo era un dios de nombre Anubis;
un personaje con cuerpo humano y cabeza de chacal. De acuerdo a la mitología
egipcia, el corazón del difunto era puesto en una balanza que tenía como
contrapeso una pluma. Si ambas tenían el mismo peso, el difundo podía ir al
cielo; de forma contraria, Anubis conducía
al difunto al inframundo.
Fig. 8. Xolót-Itzcuintli
Fig. 9. Anubis, guardián de las tumbas,
cultura egipcia
IV. EL
ALTAR DE MUERTOS
Sin duda el hecho que
mejor refleja el culto a los difuntos es el Altar
de Muertos. Ofrenda que se elabora en muchos de los hogares de México, en
oficinas del gobierno, plazas públicas y museos. Contiene un conjunto de
objetos, imágenes, frutos, comida, etc.,que representan una forma de respeto del pueblo mexicano a sus difuntos.
El origen de los altares surge de una tradición llamada Tzompantli, del náhualt Tzom, "cráneo o cabeza" y pantli "hilera o fila"; es decir, "hilera de cráneos". Las culturas prehispánicas acostumbraban a formar estacas o paredes con los cráneos de los guerreros vencidos, quizá como forma de amedrentamiento hacia sus enemigos y como parte de sus rituales de renovación. Cuando llegaron los españoles y vieron estos muros quedaron horrorizados; prohibieron dichas tradiciones y fueron enterradas. Estas ofrendas pasaron a ser parte de la historia y se convirtieron en calaveras de azúcar y barro, que fueron colocadas posteriormente en los altares de muertos como hoy los conocemos.
Fig.10 Tzompantli encontrado en el Templo Mayor
de la ciudad de México
El altar de muertos, parte del sincretismo católico y prehispánico, consta de
varios niveles o peldaños que ejemplifican
la cosmovisión de los pueblos prehispánicos. Son un símbolo del mundo material
e inmaterial, relacionado con los cuatro elementos de la naturaleza.
Altar
de 2 niveles: Simboliza la división del cielo y la
tierra, y serepresenta con los frutos
de la tierra y las bondades del cielo como la lluvia.
Altares
de 3 niveles: Simboliza el cielo, la tierra y el inframundo. El catolicismo introdujo la
idea de la tierra, el
purgatorio y el reino de los cielos; o los elementos de la Santísima Trinidad
Altares
de 7 niveles: Simboliza los siete niveles que el
difunto atraviesa en su viaje al Micttlan
y así obtener el descanso eterno y la paz de su alma.
A
su vez, el Altar en su conjunto tiene representaciones de los cuatro elementos.
A saber:
-Norte: Elemento Aire. Representa el invierno, el color
azul (incienso).
-Sur: Elemento Tierra. Representa el verano, el color
verde (flores, verduras, frutos, etc.).
-Este: Elemento Agua. Representa la primavera, el color
amarillo (agua, tequila, pulque).
-Oeste:
Elemento Fuego. Representa el otoño,
el color rojo (veladoras, velas)
Este simbolismo también
se encuentra en la Ceiba Sagrada, Ya´ax'che, el árbol venerado por los habitantes del Mayab en la península de Yucatán, México. Se representaba con una cruz de color verde, analogía de
los cuatro puntos cardinales.
Aunque tiene semejanza
con la cruz católica, no guarda relación alguna con ella. Se trata de un
símbolo ancestral que viene de mucho antes de la llegada de los españoles.
Desde luego fue un rasgo que ayudó en gran medida, a los frailes españoles a
lograr la evangelización de los indios.
Fig. 11. Árbol de Ceiba, Ya´ax'che
Fig. 12. La Cruz de la Ceiba
Sagrada y los 4 puntos cardinales, de la cultura maya (Museo del Mundo Maya)
La flor de Cempaxúchitl del náhuatl, Cempohualli, “veinte”; y Xóchitl, “flor”; La flor de veinte pétalos, constituye un componente esencial de la
ofrenda. Sus pétalos de color amarillo se dice, marcaban la senda que el
difunto debía recorrer durante su visita. Se pensaba que guardaba el calor del
Sol y que su aroma guiaba a los muertos.
Fig 13. Flor de Cempaxúchitl con calavera
Video 2. Leyenda de la flor de Cempaxóchitl
Los componentes más
comunes que se usan en el Altar de
Muertos, son los siguientes:
-
Agua, reflejo de pureza
-
Veladoras y cirios, luz que permite guiar a los difuntos
-
Copal e incienso, para armonizar el ambiente y ahuyentar los malos espíritus
-
Cempaxúchitl, flor que orienta a las almas para llegar al hogar familiar
-
Arco, de flor de cempaxúchil y fruta, es un símbolo de la entrada al inframundo
-
Cruz católica, elemento incluido por la evangelización
-
Cruz de cal, con semillas o flores, representan los cuatro puntos cardinales
que antiguamente fueron asociados a los cuatro
elementos
-
Pan, alimento para los difuntos
-
Petate, para el descanso de las ánimas
-
Fotografía, para rendir respeto al difundo que se desea homenajear
-
Comida, la favorita del difunto
-
Itzcuintli, perro fiel que guía al difunto
-
Calaverita de azúcar, símbolo de la muerte
-
Sal, que le da sabor a la comida y purifica el alma
-
Papel picado, de varios colores que le dan presencia y alegría al altar
Fig. 14. Características de El Altar de Muertos
V. PAN DE MUERTO
El
pan de muerto característico de esta
celebración, hecho de harina y azúcar, se acostumbra decorar con una esfera
central y adornos laterales, que simbólicamente representa un cráneo y cuatro
canillas. Una forma también de evocar el Nahui
Ollin, “los cuatro movimientos”, parte esencial de la cosmovisión nahuátl.
Fig.
15. Pan de muerto
Video 3. Origen del pan de muerto
VI. LAS FECHAS DE
CELEBRACIÓN
Varias de la culturas
prehispánicas celebraban desde meses antes a la fecha que hoy (finales de octubre y principios de
noviembre); sin embargo, existen fechas especiales de celebración de acuerdo
con el motivo.
28
de octubre: Fecha de inicio del homenaje a los muertos. Es
para recibir a las almas solas. Se prende la primera veladora y coloca una flor
blanca.
29
de octubre: Dedicado a difuntos olvidados y desamparados. Se
enciende otra veladora y se coloca un vaso con agua.
30
de octubre: Dedicado a los difuntos que se fueron sin comer o
murieron en algún accidente. Se enciende otra veladora, se coloca otro vaso con
agua y pan blanco.
31
de octubre: Dedicado a los muertos de los muertos (ancestros),
abuelos y bisabuelos y tatarabuelos.
1
de noviembre: Dedicado a quienes fallecieron siendo
niños, almas jóvenes, “angelitos”.Se
coloca toda la comida en el altar. Día de todos los santos.
2
de noviembre: Día de los fieles difuntos. Se dice
que después de las 12 del día las almas recogen las ofrendas y se levantan los
altares. Se quema incienso de copal y se adorna un camino con flor de cepaxúchitl, para guiar a los muertos
hacia el altar.
3
de noviembre: Se enciende la última veladora blanca,
se quema copal, se despide a las almas de los muertos y se pide que regresen el
siguiente año. Se levanta la ofrenda.
Fig. 16. Días de festejo de Día de muertos
VII. LA MARIPOSA MONARCA
Existía la creencia en la tradición prehispánica, especialmente en la cultura purépecha, que las almas de los antepasados regresan para convivir con sus familiares, precisamente alrededor de esta fecha de celebración a los difuntos. Este retorno ocurría cuando dichas almas regresan convertidas en forma de mariposa Monarca. Por esa razón en los últimos días de octubre y principios de noviembre, este tipo de mariposa llega a los bosques de estado que hoy llamamos Michoacán.
Fig. 17. La mariposa Monarca y la tradición de día de muertos
VIII. LA
CATRINA
Creada por José
Guadalupe Posada (1852-1913), grabador, caricaturista y líder político de
inicios del siglo XX, este personaje era una dama elegante que vestía a la moda
de la época, y que Posada usó para ridiculizar a la alta burguesía porfiriana.
Le llamaba la calavera garbancera (ordinaria, vulgar). Creó junto con ella una gran cantidad de caricaturas (revolucionarios,
generales, gente del pueblo, niños, etc). Posada la llamó la calavera garbancera, como una burla a los vendedores de garbanzo, que eran los nuevos ricos que despreciaban sus raíces indígenas y preferían adoptar un estilo de vida europeo. En 1947 Diego Rivera (1886-1957),
pintó un mural de 4.70 x 15.60 m, titulado Sueño
de una tarde dominical en la alameda central. En dicho mural apareció por
vez primera esa figura que Rivera le llamó: La
catrina.
Se dice que este
personaje es la representación de Mictecacihuatl(Dama
de la Muerte), de tradición mexica. Desde entonces esta dama elegante se
encuentra en una diversidad de revistas, eventos, y tradiciones. Representa uno
de los íconos culturales más importantes que nunca falta en la festividad de Día de Muertos.
El personaje de La catrina NO tiene relación alguna con el de una supuesta "santa" venerada por criminales.
Fig.
18. La catrina y caricaturas de
Guadalupe Posada
Fig.
19. Mural de Diego Rivera, Sueño de una
tarde dominical en la alameda central
Video 4. Historia de la catrina
IX. LAS
CALAVERAS
Las calaveras, parte de la tradición del Día de Muertos, es una costumbre de
corte literario que inicia al final del virreinato en Guadalupe, Zacatecas, con
Fray Joaquín Bolaños, autor de la composición más antigua que se conoce y plasmada en el libro La portentosa vida
de la muerte. Antiguamente se conocían como panteones. Nacieron a finales del siglo XIX como una forma de
redactar epitafios y para expresar veladamente ideas de que no siempre podían
decirse de forma directa. Por vez primera se publicaron en 1849 por en el periódico El Socialista de
Guadalajara. Se trata de una composición literaria que en su momento eran una
forma de burla hacia el poder político, que el pueblo usaba como una crítica y
rechazo al gobierno de la época.
A nuestros seres
queridos
Les ponemos un
altar,
Pues sus almas y
latidos
¡Los sentimos
regresar!
Así que los
festejamos
Con grandes
piezas de pan,
Colocados en
altares
¡Con flores,
velas, mezcal!
X. HALLOWEEN vs. DÍA DE MUERTOS
A diferencia del Halloween, El Día de Muertos es una celebración de alegría, de júbilo, de honor,
de respeto hacia los difuntos. Su nombre proviene del inglés All Hallows' Eve, que significa “víspera
de todos los santos”. Se le conoce como Noche
de Brujas y proviene de una antigua tradición celta llamada Samhaim, de origen pagano celebrada el
31 de octubre y 1 de noviembre. Mediante ésta se conmemoraba el final de la
cosecha y era considerado como un “año nuevo celta”. Se trataba de una
festividad que intentabaahuyentar a los
demonios para que no entorpecieran las cosechas. Para lograrlo, las personas se disfrazaban de criaturas aterradoras para confundir y protegerse de los almas demoniacas que vagaban en los alrededores en ese momento.
En ese sentido la
tradición de Día de muertos dista
mucho de parecerse al Halloween. La
primera es mucho más antigua que la segunda. Ya se celebraba en las culturas
precolombinas. Contrario a la tradición celta, la celebración de los fieles
difuntos es una reunión de la familia con sus ancestros. Se les invita a
regresar. A convivir con su parientes. Todo en un ambiente de alegría, regocijo
y ambiente festivo. Los símbolos son esqueletos exclusivamente. No suponen daño
alguno para sus familiares. De forma contraria el Halloween, usa brujas, monstruos, vampiros y todo tipo de
personajes de comportamiento siniestro.
A
MANERA DE CONCLUSIÓN
Las celebraciones
mexicanas tienen fuertes nexos con su pasado prehispánico. El día de Muertos y todas las
ceremonias a su alrededor, no son la excepción. La historia de México es un
producto del sincretismo cultura indígena y la cultura española. Sin embargo la
visión cosmogónica de los antiguos mexicanos sobrepasa cualquier concepción
tradicional. Convierte a México en una expresión de magia, tradición, culto y
rito.
A pesar de los años,
las costumbres y recuerdos de un pueblo comprometido con su pasado, se niegan a
morir. Tarde o temprano las tradiciones surgen en el agitado mundo postmoderno.
Se lleva en la sangre, en sus sabores, en el vestido y en su idiosincrasia.
La celebración del Día de Muertos, es un ritual de enorme
respeto y cariño que el pueblo mexicano rinde a sus difuntos. Nadie conoce
mejor que un mexicano el valor del pasado; a veces en forma de ancla, en ocasiones en forma de catapulta. La relación de México con la
muerte es diferente. Se burla de ella, se la come en forma de dulces, no parece
tenerle miedo; no obstante ofrece su respeto y le rinde culto. Así de forma
paradójica, la muerte y la vida se cruzan en una constante espiral dialéctica,
llena de magia y esplendor.
“El tiempo deja de ser sucesión y vuelve a ser lo que fue, y es,
originalmente,
un presente en donde el pasado y el futuro al fin se reconcilian.”
Octavio Paz. El
Laberinto de la Soledad.
ANEXOS AL FINAL
FUENTES
CONSULTADAS
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