23 dic 2019

El simbolismo de la Navidad y el solslticio de invierno



Los saturnales eran una serie de festividades que se llevaban a cabo en honor a Saturno, dios romano, que conmemoraban la finalización de las siembras y trabajos realizados en el campo. Era una época de descanso y tiempo de celebración, en honor al dios protector de sembrados y garante de cosechas. También  era un momento para que los esclavos fueran eximidos de sus obligaciones cotidianas. Se celebraba alrededor del 22 de diciembre, el solsticio de invierno, y eran inicialmente entre el 17 y 23 de diciembre.  7 días de ruidosas celebraciones en la colina del capitolio, en el área considerada sagrada de roma.

Esta fecha corresponde con nacimiento de nuevo Sol (Sol invictus) ya que ese día, el solsticio de invierno, corresponde astronómicamente con la noche más larga y el incremento de la duración del día, en contraste con el solsticio de verano, cuando ocurre exactamente lo contrario. por esa razón simbólicamente representa el inicio de una nueva fase para el sol, en una especie de diástole astronómica donde la expansión de la luz cae sobre el planeta: los días comienzan a tener mayor duración; en contraposición con el solsticio de verano, a partir de cual la luz comienza a disminuir, los días se hacen cada vez más cortos y la noche más larga. Esta alegoría se conceptualiza en el llamado Mito Solar.

El árbol de navidad representa igualmente el nacimiento del Sol y por lo tanto de la fertilidad. Tiene una fuerte influencia de la mitología nórdica, que pasa por Alemania y de ahí al resto de Europa. representa el árbol perenne: El árbol de la vida.

La celebración del solsticio de invierno está asociado íntimamente a la navidad, el nacimiento, de la figura y obra de Jesús (JHS)  que representa a su vez la tradición del mito solar. Durante algún tiempo se le unió con la llegada del solsticio de invierno, hasta que se cambio al 25 de diciembre. Esta fecha fue escogida por Constantino I, El grande, para que coincidiera con el festival festival del Sol invictus. La intención de juntar el natalicio de Jesús y el del dios del Sol, era para facilitar la conversión de los paganos al cristianismo, religión que se haría oficial en ese siglo (IV d.C)

La festividad de la navidad en México estuvo asociado con la celebración de una de los representaciones fundamentales de la mitología náhuatl que los misioneros aprovecharon para la evangelización. Los mexicas celebraban el nacimiento de Huitzilopochtli ("colibrí izquierdo"), dios de la guerra y símbolo mitológico del Sol. La celebración de  Huitzilopochtli se celebraba en el mes mexica conocido como de  Panquetzaliztli ("levantamiento de banderas")una festividad para homenajear su nacimiento el 21 de diciembre. 

Por otro lado, las  dos grandes festividades de la iglesia católica tienen su origen en dos grandes celebraciones astronómicas: una solar y otra lunar; la primera alrededor del 22 de diciembre, en función del movimiento del sol (solar); y la segunda, la semana santa, que se lleva a cabo de acuerdo con la posición de la Luna (lunar), pues se celebra la semana siguiente (domingo a sábado) que incluya la primera luna llena, después del equinoccio de primavera. Por esa razón dicha semana cambia de fecha, de acuerdo con el movimiento de la Luna.  

La fuerza de estas fecha es tan grande que se encuentra en varias culturas y se celebra en diversas regiones del planeta, Independientemente de si tiene o no, una connotación religiosa.  El final de un ciclo e inicio de otro marca un hito que no pasa desapercibido. 

La importancia de la navidad en el mundo occidental es indiscutible. El origen es independiente de la fe religiosa de pueblo tenga. No se contrapone. La fe es un asunto personal. En cualquier sentido, se trata de una época de reflexión acerca de lo hecho durante año. Es una tradición de muchos años que sobrepasa cualquier intención intelectual y que, como otras tradiciones, merece respeto.






1 nov 2019

Día de Muertos: Simbolismo y tradición mexicana



Recopilación: Víctor Barrera
4a. edición. Octubre 2024


El Día de Muertos es una celebración muy arraigada en la cultura mexicana. Sus orígenes se remontan a la época prehispánica. Algunos autores mencionan su origen hace 3000 años. Representa una de las fiestas más importantes en la tradición mexicana. Aunque este festejo se ha incorporado a la tradición católica, parte del sincretismo evangelizador, estrictamente carece de una connotación religiosa. Su festejo depende de la región de México donde se presente y de la cultura prehispánica predominante. En Yucatán pr ejemplo se celebra Hanal Pixán ("Alimento de las almas").

Es importante aclarar que en la cosmogonía prehispánica NO existía el concepto de “Dios” o “Divinidades”. Ese nombre se acuñó como parte de la influencia y desconocimiento por parte de los españoles, que supusieron que al igual que ellos, los antiguos mexicanos “adoraban a sus dioses”. Se trata más bien de representaciones de la naturaleza o símbolos, que las culturas prehispánicas usaban para honrar los fenómenos naturales y agradecer así los beneficios recibidos. Aunque se usa el término “dios o dioses” en este documento, es sólo una forma de abreviar y con el único fin de ser explícito.



I. ORIGEN

El culto a los muertos es una tradición que viene desde antes de la llegada de los españoles.  De acuerdo con la mitología náhuatl, las personas al morir emprendían un largo viaje al Mictlán, la región de los muertos. Presidían el lugar Mictlantecuhtli (Señor del inframundo, Señor de las sombras) y Mictecacihuatl (Dama de la muerte). Para llegar a Mictlán, los difuntos estaban obligados a recorrer un largo y penoso viaje por el camino de los muertos. Una vez terminado ese trayecto, los señores del Mictlán le permitían a su alma (teoyoli) quedarse y tomar el merecido descanso eterno.

El viaje a Mictlán estaba dividido en nueve regiones o niveles con una serie de pruebas que el difunto tendría que superar, si quería ser admitido en la región de los muertos. Dichas pruebas dependían de las virtudes y defectos que hubiese tenido durante su vida. Un viaje que duraba cuatro años.

Primer nivel: Chiconahuapan o Iztcuintlán, “Nueve ríos” o “Tierra de perros”
El difunto tenía que cruzar un peligroso y caudaloso río (Apanoayan). Para dicha aventura era auxiliado por un perro de color parduzco (Xolot-Izcuintli),  que era enterrado junto con el recién fallecido.

Segundo nivel: Tepecli Monamictlán, “El lugar donde los cerros se juntan”
En el segundo sitio, el difunto debía cruzar en medio de dos montes que chocaban entre sí,  Para engañar a esos montes utilizaba figuras de papel que había sido colocado en la ofrenda (papel picado).

Tercer nivel: Iztepetl, “Cerro de pedernales”
En el tercer sitio, el recién fallecido tenía que cruzar por un cerro cubierto de filosos pedernales. Como era enterrado desnudo, debía protegerse con las mantas puestas en la ofrenda.

Cuarto nivel: Itzheyacan, “Lugar del viento de obsidiana”
Este lugar era un sitio gélido (Cehuecayan) con ocho cerros que siempre estaban cubiertos de nieve. Un sitio desolado de hielo y piedra abrupta. Para sobrellevarlo el difunto se abrigaba con la ropa que se colocaba en la ofrenda.

Quinto nivel: Paniecatayocan, “El lugar donde la gente vuela y se voltea como banderas”
En este sitio, el difunto debía cruzar ocho terrenos desolados, donde el viento parecía cortar con navajas de obsidiana. Los muertos perdían el equilibrio y los vientos los arrastraban.

Sexto nivel: Timiminaloayan, “El lugar donde la gente es flechada”
En este lugar manos invisibles lanzaban flechas puntiagudas sobre los cadáveres que éstos debían esquivar si querían continuar su camino.
 
Séptimo nivel: Teocoyohuehualoyan,
El sexto sitio, debía enfrentarse con un jaguar que devoraba el corazón de los hombres. El viajero entregaba al jaguar una esfera de jade, para evitar que la fiera devorase su corazón

Octavo nivel: Iztmictlan Apochcalolca,  “La laguna de aguas negras”
En este lugar había un espeso lago de agua negra (Apanhuiayo) donde habitaba el  gran lagarto, Xochitonal (Flor del espíritu). El viajero era auxiliado por el perro para burlar a lagarto. El muerto terminaba de desencarnar y su Tonalli (alma), se liberaba completamente del cuerpo.

Noveno nivel: Chicunamictlan, “El lugar de las nueve aguas”
En este sitio, el difunto debía atravesar Chiconahupan (las nueve aguas) auxiliado nuevamente por el Xolót-Izcuintli.

El viaje al Mictlan era para los hombres comunes (Macehualli). Para los guerreros muertos en batalla, el viaje era directo al Tonatiuhichan (la casa del Sol). Las mujeres muertas durante el parto, cihuateteo (mujeres divinas),  eran llevadas al Cincalco (la casa del maíz). Los ahogados al Tlalocan (lugar de Tlaloc).

Fig. 1a. Viaje al Mictlán


Fig. 1b. Viaje al Mictlán



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Fig. 2 Los señores del inframundo


Fig. 3. Mictlantecuhtli (Señor del inframundo)


              
Fig 4. Mictecacihuatl (Dama de la muerte)




Video 1. Viaje a Mictlán



II. EL DÍA DE MUERTOS EN LA CULTURA PREHISPÁNICA

Un día de muertos como tal NO existía en la tradición prehispánica. Esta celebración es producto del sincretismo religioso y prehispánico. En la cultura mexica había una celebración de muertos, pero comprendía dos de las veintenas (meses mexicas) del calendario mexica:

La veintena 9: Tlaxochimaco

-De mediados de agosto e inicios de septiembre aproximadamente-

Significa “obsequio flores”, “ofrenda de las flores”, “se dan flores”; Miccaílhuitl, “fiesta de los muertos”;  Miccailhuitontli, “pequeña fiesta de los muertos”, celebración de los infantes difuntos.. Deidades asociadas a los ritos: Tezcatlipoca, Huitzilopochtli, Mictlantecuhtli (Arqueología Mexicana, 2015). Esta veintena estaba relacionada con eso “que hace florecer”, El signo de este mes era un cadáver amortajado.

Se llevaba a la ciudad un tronco grueso al que se llamaba xócotl, “fruto”. Era recibido por las mujeres de los soberanos y una mujer que personificaba a Toci-Teteo-innan, y se colocaba en el Templo Mayor. Para concluir la fiesta se ofrecían flores a los muertos y se les ofrendaban alimentos. Otros ritos incluían el ofrecimiento de flores en honor de Tezcatlipoca, así como a Mictlantecuhtli. Era el signo de esta veintena era “bulto de difunto” o gran cadáver, representado por el voluminoso árbol seco cortado, como para indicar que con ese tronco inerte se simbolizaba a la muerte (Ituriel Moctezuma, 2019).

La veintena 10: Xocohueztli

- De inicio a finales de septiembre aproximadamente-

Significa “El fruto cae”, “el ocote verde cae”; huey miccaílhuitl, hueimiccaílhuitl, “gran fiesta de los muertos”, Deidades asociadas a los ritos Xiuhtecuhtli-Otontecuhtli, Yacatecuhtli, Mictlantecuhtli.

Los nombres dados a esta veintena indican los ritos principales que se celebraban en ella. Xócotl huetzi puede hacer referencia al xócotl, el tronco que había sido colocado en el Templo Mayor en la veintena anterior, y que era derribado en ésta; también puede aludir a una imagen de pasta que se colocaba en lo alto de un palo y que se precipitaba al suelo, El día decimoctavo de esta veintena, se tumbaba el xócotl y al día siguiente se le colocaba sobre un tronco adornado con papeles. Se ponían varias cuerdas y en la cima se colocaba una imagen de tzoalli (masa de semillas de amaranto y miel de maguey que se utilizaba para elaborar imágenes de las divinidades). En el vigésimo día se sacrificaba a cautivos que representaban a los mimixcoa (divinidades lunares) a quienes se les arrojaba a una hoguera (Vela, 2017).

A mediodía, jóvenes y adultos de ambos sexos danzaban y en cierto momento todos los jóvenes se dirigían al tronco y trataban de subir a él por las cuerdas. El primero que lograba llegaba arriba, arrojaba la imagen de tzoalli al piso y la gente que estaba abajo se disputaba los trozos. Después el árbol era derribado. Esta fiesta está claramente relacionada con la llamada “Danza del volador” que aún se celebra en varias comunidades indígenas (Vela, 2017).

 

Fig 5. Folio 28 Códice Borbónico


La ofrenda original era una gigantesca. Dispuesta sobre el piso en forma redondeada. Se llamaba Mictlanmanalli  y era dedicada al rumbo norte: el Mictlampa, el lugar del descanso de los muertos, “donde abundan los senderos”. En el centro se colocaba un pequeño muñeco atado en una especie de nicho y el arreglo se adornada con flores y pequeñas antorchas. Del lado izquierdo de la ofrenda se colocaba una escultura o imagen de Mictlantecutli y del lado derecho, una de Mictecacihuatl; parte de la concepción dual de universo mexica. Dichas esculturas o figuras, simbolizaban respectivamente,  los defectos y los gustos del difunto. La ofrenda de muertos duraba 40 días (las dos veintenas mencionadas). En el último día de la segunda veintena (Xocohueztli) se incineraba toda la ofrenda, como una forma de simbolizar que el fuego al consumirla, provocaba la pérdida de su tonalli, su calor, su esencia. Proceso que tiene un significado más profundo, dado que el siguiente año había que elaborarla nuevamente (Kokakoatl, A, 2024).


Fig 6. Versión prehispánica original de la ofrenda a los muertos

Una celebración que aún se conserva en algunos lugares de México, consiste en una decoración sobre un petate más que un altar, ya que un altar fue producto de la evangelización católica, pero que conserva parte de la tradición prehispánica del culto a los muertos. En esta ofrenda sobre el petate, se muestran los cuatro rumbos del universo mexica. Cada uno de dichos rumbos está adornado con las figuras y tipo de maíz correspondiente, de acuerdo con los cuatro representantes: Oriente, Quetzalcóatl, maíz amarillo; Sur, Xipe-Totec, maíz rojo; Sur, Huizilopochtli, maíz blanco; y Norte, Tezcatlipoca, maíz negro.

Fig 7. Ofrenda del Día de muertos sobre petate


III. EL XOLÓT-IZCUINTLI

La palabra Xolót-Itzcuintli proviene de náhuatl, Xólot, “monstruo, desagradable”, y Izcuintli, “perro”; es decir el “perro monstruo”. A pesar de su fealdad, los antiguos mexicanos tenían un gran respeto por él; especialmente por aquellos de color parduzco. Se decía que acompañaban y auxiliaban al difunto por su viaje hacia el Mictlan.

Este animal con más de 7000 años de antigüedad, estuvo a punto de extinguirse debido a la exterminación ordenada por los españoles; sabían del culto que le tenían las culturas prehispánicas, además de que resultó un buen alimento para sus tropas. Sin embargo, algunos sobrevivieron hasta nuestros días, gracias a que se resguardaron en las sierras de Oaxaca y Guerrero.

Se trata de un animal de aspecto no muy agradable, con la lengua de fuera, sin algunos dientes y sin pelo. Nada atractivo si se le compara con otros canes. Hermano gemelo de Quetzacoátl, el nombre de este perro lleva implícito el de Xólot-Quetzcacóatl. De acuerdo con la mitología mexica, era dios capaz de descender a los infiernos. Era el Dios de la transformación, de la dualidad, de la oscuridad nocturna, de lo desconocido, de la muerte. El compañero ideal para guiar y proteger al difunto por un viaje hacia el inframundo.

Actualmente la raza xolot-izcuintle, es un perro muy apreciado con costos que llegan a costar los $20,000 mx (aprox. 1000 usd). Los hay de tres tamaños: pequeño, mediano y grande.

Existe una curiosa similitud entre la cultura mexica y la egipcia. En Ambas existía una tradición de culto a la muerte. Para los egipcios, quien llevaba los difuntos al inframundo era un dios de nombre Anubis; un personaje con cuerpo humano y cabeza de chacal. De acuerdo a la mitología egipcia, el corazón del difunto era puesto en una balanza que tenía como contrapeso una pluma. Si ambas tenían el mismo peso, el difundo podía ir al cielo; de forma contraria, Anubis conducía al difunto al inframundo.

      

Fig. 8. Xolót-Itzcuintli      

Fig. 9. Anubis, guardián de las tumbas, cultura egipcia


IV. EL ALTAR DE MUERTOS

Sin duda el hecho que mejor refleja el culto a los difuntos es el Altar de Muertos. Ofrenda que se elabora en muchos de los hogares de México, en oficinas del gobierno, plazas públicas y museos. Contiene un conjunto de objetos, imágenes, frutos, comida, etc.,  que representan una forma de respeto del pueblo mexicano a sus difuntos.

El origen de los altares surge de una tradición llamada Tzompantli, del náhualt Tzom, "cráneo o cabeza" y pantli "hilera o fila"; es decir, "hilera de cráneos". Las culturas prehispánicas acostumbraban a formar estacas o paredes con los cráneos de los guerreros vencidos, quizá como forma de amedrentamiento hacia sus enemigos y como parte de sus rituales de renovación. Cuando llegaron los españoles y vieron estos muros quedaron horrorizados; prohibieron dichas tradiciones y fueron enterradas. Estas ofrendas pasaron a ser parte de la historia y se convirtieron en calaveras de azúcar y barro, que fueron colocadas posteriormente en los altares de muertos como hoy los conocemos.

Fig.10 Tzompantli encontrado en el Templo Mayor 
de la ciudad de México


El altar de muertos, parte del sincretismo católico y prehispánico, consta de varios niveles o peldaños que ejemplifican la cosmovisión de los pueblos prehispánicos. Son un símbolo del mundo material e inmaterial, relacionado con  los cuatro elementos de la naturaleza.

Altar de 2 niveles: Simboliza la división del cielo y la tierra, y se  representa con los frutos de la tierra y las bondades del cielo como la lluvia.

Altares de 3 niveles: Simboliza el cielo, la tierra y el inframundo. El catolicismo introdujo la idea de  la tierra, el purgatorio y el reino de los cielos; o los elementos de la Santísima Trinidad

Altares de 7 niveles: Simboliza los siete niveles que el difunto atraviesa en su viaje al Micttlan y así obtener el descanso eterno y la paz de su alma.

A su vez, el Altar en su conjunto tiene representaciones de los cuatro elementos. A saber:

-Norte: Elemento Aire. Representa el invierno, el color azul (incienso).

-Sur: Elemento Tierra. Representa el verano, el color verde (flores, verduras, frutos, etc.).

-Este: Elemento Agua. Representa la primavera, el color amarillo (agua, tequila, pulque).

-Oeste: Elemento Fuego. Representa el otoño, el color rojo (veladoras, velas)


Este simbolismo también se encuentra en la Ceiba SagradaYa´ax'che, el árbol venerado por los habitantes del Mayab en la península de Yucatán, México. Se representaba con una cruz de color verde, analogía de los cuatro puntos cardinales.

Aunque tiene semejanza con la cruz católica, no guarda relación alguna con ella. Se trata de un símbolo ancestral que viene de mucho antes de la llegada de los españoles. Desde luego fue un rasgo que ayudó en gran medida, a los frailes españoles a lograr la evangelización de los indios.


           Fig. 11. Árbol de Ceiba, Ya´ax'che 
Fig. 12. La Cruz de la Ceiba Sagrada y los 4 puntos cardinales, de la cultura maya 
(Museo del Mundo Maya)  

La flor de Cempaxúchitl del náhuatl, Cempohualli, “veinte”; y Xóchitl, “flor”; La flor de veinte pétalos, constituye un componente esencial de la ofrenda. Sus pétalos de color amarillo se dice, marcaban la senda que el difunto debía recorrer durante su visita. Se pensaba que guardaba el calor del Sol y que su aroma guiaba a los muertos.

Fig 13. Flor de Cempaxúchitl con calavera


Video 2. Leyenda de la flor de Cempaxóchitl



Los componentes más comunes que se usan en el Altar de Muertos, son los siguientes:

- Agua, reflejo de pureza

- Veladoras y cirios, luz que permite guiar a los difuntos

- Copal e incienso, para armonizar el ambiente y ahuyentar los malos espíritus

- Cempaxúchitl, flor que orienta a las almas para llegar al hogar familiar

- Arco, de flor de cempaxúchil y fruta, es un símbolo de la entrada al inframundo

- Cruz católica, elemento incluido por la evangelización

- Cruz de cal, con semillas o flores, representan los cuatro puntos cardinales que antiguamente fueron asociados a los cuatro elementos

- Pan, alimento para los difuntos

- Petate, para el descanso de las ánimas

- Fotografía, para rendir respeto al difundo que se desea homenajear

- Comida, la favorita del difunto

- Itzcuintli, perro fiel que guía al difunto

- Calaverita de azúcar, símbolo de la muerte

- Sal, que le da sabor a la comida y purifica el alma

- Papel picado, de varios colores que le dan presencia y alegría al altar

Fig. 14. Características de El Altar de Muertos


V. PAN DE MUERTO

El pan de muerto característico de esta celebración, hecho de harina y azúcar, se acostumbra decorar con una esfera central y adornos laterales, que simbólicamente representa un cráneo y cuatro canillas. Una forma también de evocar el Nahui Ollin, “los cuatro movimientos”, parte esencial de la cosmovisión nahuátl.
    
Fig. 15. Pan de muerto



Video 3.  Origen del pan de muerto

VI. LAS FECHAS DE CELEBRACIÓN

Varias de la culturas prehispánicas celebraban desde meses antes a la fecha que hoy  (finales de octubre y principios de noviembre); sin embargo, existen fechas especiales de celebración de acuerdo con el motivo.

28 de octubre: Fecha de inicio del homenaje a los muertos. Es para recibir a las almas solas. Se prende la primera veladora y coloca una flor blanca.

29 de octubre: Dedicado a difuntos olvidados y desamparados. Se enciende otra veladora y se coloca un vaso con agua.

30 de octubre: Dedicado a los difuntos que se fueron sin comer o murieron en algún accidente. Se enciende otra veladora, se coloca otro vaso con agua y pan blanco.

31 de octubre: Dedicado a los muertos de los muertos (ancestros), abuelos y bisabuelos y tatarabuelos.

1 de noviembre: Dedicado a quienes fallecieron siendo niños, almas jóvenes, “angelitos”.  Se coloca toda la comida en el altar. Día de todos los santos.

2 de noviembre: Día de los fieles difuntos. Se dice que después de las 12 del día las almas recogen las ofrendas y se levantan los altares. Se quema incienso de copal y se adorna un camino con flor de cepaxúchitl, para guiar a los muertos hacia el altar.

3 de noviembre: Se enciende la última veladora blanca, se quema copal, se despide a las almas de los muertos y se pide que regresen el siguiente año. Se levanta la ofrenda.

Fig. 16. Días de festejo de Día de muertos



VII. LA MARIPOSA MONARCA

Existía la creencia en la tradición prehispánica, especialmente en la cultura purépecha, que las almas de los antepasados regresan para convivir con sus familiares, precisamente alrededor de esta fecha de celebración a los difuntos. Este retorno ocurría cuando  dichas almas regresan convertidas en forma de mariposa Monarca. Por esa razón en los últimos días de octubre y principios de noviembre, este tipo de mariposa llega a los bosques de estado que hoy llamamos Michoacán.

Fig. 17. La mariposa Monarca y la tradición de día de muertos



VIII. LA CATRINA

Creada por José Guadalupe Posada (1852-1913), grabador, caricaturista y líder político de inicios del siglo XX, este personaje era una dama elegante que vestía a la moda de la época, y que Posada usó para ridiculizar a la alta burguesía porfiriana. Le llamaba la calavera garbancera (ordinaria, vulgar). Creó junto con ella una gran cantidad de caricaturas (revolucionarios, generales, gente del pueblo, niños, etc). Posada la llamó la calavera garbancera, como una burla a los vendedores de garbanzo, que eran los nuevos ricos que despreciaban sus raíces indígenas y preferían adoptar un estilo de vida europeo. En 1947 Diego Rivera (1886-1957), pintó un mural de 4.70 x 15.60 m, titulado Sueño de una tarde dominical en la alameda central. En dicho mural apareció por vez primera esa figura que Rivera le llamó: La catrina.

Se dice que este personaje es la representación de Mictecacihuatl  (Dama de la Muerte), de tradición mexica. Desde entonces esta dama elegante se encuentra en una diversidad de revistas, eventos, y tradiciones. Representa uno de los íconos culturales más importantes que nunca falta en la festividad de Día de Muertos.

El personaje de La catrina NO tiene relación alguna con el de una supuesta "santa" venerada por criminales.
Fig. 18. La catrina y caricaturas de Guadalupe Posada

Fig. 19. Mural de Diego Rivera, Sueño de una tarde dominical en la alameda central

Video 4. Historia de la catrina


IX. LAS CALAVERAS

Las calaveras, parte de la tradición del Día de Muertos, es una costumbre de corte literario que inicia al final del virreinato en Guadalupe, Zacatecas, con Fray Joaquín Bolaños, autor de la composición más antigua que se conoce y plasmada en el libro La portentosa vida de la muerte. Antiguamente se conocían como panteones. Nacieron a finales del siglo XIX como una forma de redactar epitafios y para expresar veladamente ideas de que no siempre podían decirse de forma directa. Por vez primera se publicaron en 1849 por en el periódico El Socialista de Guadalajara. Se trata de una composición literaria que en su momento eran una forma de burla hacia el poder político, que el pueblo usaba como una crítica y rechazo al gobierno de la época.

A nuestros seres queridos
Les ponemos un altar,
Pues sus almas y latidos
¡Los sentimos regresar!

Así que los festejamos
Con grandes piezas de pan,
Colocados en altares
¡Con flores, velas, mezcal!


X. HALLOWEEN vs. DÍA DE MUERTOS

A diferencia del Halloween, El Día de Muertos es una celebración de alegría, de júbilo, de honor, de respeto hacia los difuntos. Su nombre proviene del inglés All Hallows' Eve, que significa “víspera de todos los santos”. Se le conoce como Noche de Brujas y proviene de una antigua tradición celta llamada Samhaim, de origen pagano celebrada el 31 de octubre y 1 de noviembre. Mediante ésta se conmemoraba el final de la cosecha y era considerado como un “año nuevo celta”. Se trataba de una festividad que intentaba  ahuyentar a los demonios para que no entorpecieran las cosechas. Para lograrlo, las personas se disfrazaban de criaturas aterradoras para confundir y protegerse de los almas demoniacas que vagaban en los alrededores en ese momento.

En ese sentido la tradición de Día de muertos dista mucho de parecerse al Halloween. La primera es mucho más antigua que la segunda. Ya se celebraba en las culturas precolombinas. Contrario a la tradición celta, la celebración de los fieles difuntos es una reunión de la familia con sus ancestros. Se les invita a regresar. A convivir con su parientes. Todo en un ambiente de alegría, regocijo y ambiente festivo. Los símbolos son esqueletos exclusivamente. No suponen daño alguno para sus familiares. De forma contraria el Halloween, usa brujas, monstruos, vampiros y todo tipo de personajes de comportamiento siniestro.


A MANERA DE CONCLUSIÓN

Las celebraciones mexicanas tienen fuertes nexos con su pasado prehispánico. ­El día de Muertos­ y todas las ceremonias a su alrededor, no son la excepción. La historia de México es un producto del sincretismo cultura indígena y la cultura española. Sin embargo la visión cosmogónica de los antiguos mexicanos sobrepasa cualquier concepción tradicional. Convierte a México en una expresión de magia, tradición, culto y rito.

A pesar de los años, las costumbres y recuerdos de un pueblo comprometido con su pasado, se niegan a morir. Tarde o temprano las tradiciones surgen en el agitado mundo postmoderno. Se lleva en la sangre, en sus sabores, en el vestido y en su idiosincrasia.

La celebración del Día de Muertos, es un ritual de enorme respeto y cariño que el pueblo mexicano rinde a sus difuntos. Nadie conoce mejor que un mexicano el valor del pasado; a veces en forma de ancla, en ocasiones en forma de catapulta. La relación de México con la muerte es diferente. Se burla de ella, se la come en forma de dulces, no parece tenerle miedo; no obstante ofrece su respeto y le rinde culto. Así de forma paradójica, la muerte y la vida se cruzan en una constante espiral dialéctica, llena de magia y esplendor.

“El tiempo deja de ser sucesión y vuelve a ser lo que fue, y es, originalmente,
un presente en donde el pasado y el futuro al fin se reconcilian.”

Octavio Paz. El Laberinto de la Soledad.




ANEXOS AL FINAL


FUENTES CONSULTADAS

Ituriel Moctezuma (2019). Mes mexicano Tlaxochimaco. Pueblo de la Luna Metzitzin. (https://pueblodelalunametzitzin.wordpress.com/2019/08/05/mes-mexicano-tlaxochimaco/) Consultado el 21 de octubre del 2024

De Sahagún, Bernardino Fray (2010) Historia general de las cosas de la Nueva España. Porrúa. México.

De la Garza, Mercedes (1997) “El perro como símbolo religioso entre los mayas y nahuas”. Estudios de cultura náhuatl. Instituto de Investigaciones Históricas. UNAM. Volumen 27. Págs. 111-133.

De la Garza, Armando (2015) Historia de la catrina garbancera. México extraordinario. Consultado 30 de octubre, 2019. (http://mexicoextraordinario.mx/historia-de-la-catrina-o-garbancera/).

Denis, Patricia (2012) “El altar de muertos”. Revista de divulgación científica y tecnológica. Universidad Veracruzana. Volumen XXV. Número 1. Enero-Junio.

Johansson, Patrick (2003) “Días de muertos en el mundo prehispánico”. Estudios de cultura náhuatl. Instituto de Investigaciones Históricas. UNAM. Volumen 34.  Págs. 167-203.

Kokakoatl, Adrián. (2024). Cosmogonía mexica. Curso de Calli Mexica. México.

Marion, Marie-Odile (2000) “Bajo la sombra de la gran ceiba: la cosmovisión de los lacandones”. Desacatos. Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social.. Número 5. México.

Pérez Bolde, Alfredo (1996). Altar de Muertos. Universidad de Guanajuato. México.

Ruiz, Gonzalo (2019) La historia del Halloween. Sobre Historia. Consultado 30 de octubre, 2019 (https://sobrehistoria.com/la-historia-de-halloween/)

Sánchez Tapia, Miguel (s/f) El culto a los muertos. Crónicas. Dirección de Identidad Universitaria. Universidad del Estado de México. Tomo VIII.

Sandoval, Eduardo (1997) Cuando los muertos regresan. Universidad Autónoma del Estado de México.

Vela, Enrique (2017). Las fiestas de las veintenas. Aztecas. Arqueología Mexicana. Edición especial núm. 75, pp. 19-21.

 

s/a (2017) Cómo surgieron las calaveritas. El Universal. México. Consultado 30 de octubre, 2019. (https://www.eluniversal.com.mx/cultura/patrimonio/como-surgieron-las-calaveritas-literarias).

s/a (2018) Día de Muertos en México. México Desconocido. Consultado 30 de octubre, 2019. (https://www.mexicodesconocido.com.mx/dia-de-muertos.html).

s/a (2018) Altar de muertos. México Desconocido. Consultado 30 de octubre, 2019. (https://www.mexicodesconocido.com.mx/altar-de-muertos-elementos-que-debe-llevar.html?fbclid=IwAR1JATuRJhJGCjeVT43OUU2oTpO9N_stlRXoc%E2%80%A6)

 

 


VIDEOS DEDICADOS A LA FIESTA DEL DÍA DE MUERTOS











































PELÍCULAS MEXICANAS ALUSIVAS AL DÍA DE MUERTOS


Macario. Roberto Gavaldón, 1960. México


El escapulario. Servando González, 1968. México


La leyenda de la nahuala, Ricardo Arnaiz, 2007



MELODÍAS ALUSIVAS AL DÍA DE MUERTOS